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Historia-S

Las investigaciones arqueológicas realizadas en la zona vinculan estos asentamientos a la Edad del Hierro aunque, para algunos historiadores, ya estaban habitados en el Paleolítico.
Se ha asociado a Carabaña con la antigua Caraca, tanto por la similitud en los nombres como por su situación geográfica, aunque no está claro si este asentamiento surgió antes de la romanización o fue fundada tras la huida de su población del ejército romano.
Del paso de los romanos se ha conservado parte de una vía de comunicación que se hicieron para facilitar el comercio con ciudades cercanas como Complutum (Alcalá de Henares); también se conserva un ara o altar romano en la plaza de España.
En el cerro de Cabeza Gorda se conserva una importante necrópolis visigótica que confirman el asentamiento de los visigodos tras la invasión de la Península Ibérica de los pueblos bárbaros.
Tras el paso de los árabes, la reconquista del municipio fue muy temprana. Alfonso VI donó la Rinconada de Perales de Tajuña (donde estaba incluida Carabaña) al arzobispado de Toledo.
En 1.135 el arzobispo de Toledo, Raimundo de Toledo, concedió el Fuero de Alcalá a las 25 aldeas que estaban bajo su jurisdicción y bajo cuya ley se rigió Carabaña.
Tras la ayuda de milicias segovianas al rey Alfonso VIII donó la zona al Concejo de Segovia en 1.190, aunque en 1.214 el rey restituyó al arzobispado de Toledo todas las propiedades.
En 1.557 consiguió el título de Villa, aunque perteneció al Arzobispado de Toledo hasta 1.578 cuando se incorporó a la corona formando una nueva jurisdicción junto a Orusco y Valdilecha.
Posteriormente fue vendida varias veces hasta que en 1.625 fue vendida a la familia Vega, que mantuvieron sus derechos sobre la villa hasta 1.811 cuando se abolieron los señoríos por parte de las Cortes de Cádiz



Madrid, y su rico entorno provincial, fue de los lugares donde se hizo patente la prosperidad de la actividad industrial balnearia española en el cambio del siglo XIX al XX. En 1905 existían en explotación, al menos, once manantiales localizados en los partidos judiciales de Alcalá de Henares, Colmenar Viejo, Chinchón, Getafe y San Lorenzo.
 
En este panorama balneario, un popular manantial de enorme riqueza, localizado al sur-este de la región dio origen al surgimiento de una modesta industria que, en apenas un par de décadas, alcanzaría una inimaginable notoriedad internacional; nos referimos, a las aguas mineromedicinales de Carabaña. 
En el contexto regional del patrimonio industrial madrileño, la explotación de las Aguas minero-medicinales de Carabaña ocupa un lugar muy destacable. Más de un siglo de actividad industrial continuada ha dejado inscritas profundas huellas en el territorio, así como en la memoria social e histórica de los habitantes de las poblaciones más cercanas como Carabaña, Orusco o Tielmes. 


El grueso de las antiguas instalaciones industriales, en el municipio de Carabaña, conforma un pequeño conjunto patrimonial agrupado en tres núcleos.
Tomando la autovía de Valencia, desde Madrid, y cogiendo el desvío, a la izquierda, de la carretera que lleva a Tielmes y Carabaña, en el Kilómetro 7,800 de la misma, se localiza el edificio de la fábrica de embotellado, en el margen izquierdo de la carretera, y algunas instalaciones anejas, como la pequeña construcción que fuera el apeadero Chávarri, el lugar donde se expedía el agua embotellada. Junto a ella hay una vieja casa restaurada como albergue juvenil.


MAPA DE LOCALIZACIÓN (MTN: 583-IV ESCALA 1:25.000)



A esta misma altura del camino hacia Carabaña, en el margen derecho, y justo enfrente de la planta embotelladora, se encuentra la antigua central eléctrica que suministraba energía al conjunto de las instalaciones.
Subiendo desde la Central por un camino carretero, encontramos la ubicación del manantial original, a los pies del cerro de Cabeza Gorda, lugar conocido como "La mina", que consiste en la organización de un sistema de galerías, pozos y depósitos comunicados entre sí, cuyas funciones eran las de captar el agua, depurarla de impurezas físicas y excesos salinos para más tarde regular su distribución y almacenarla para su envasado.
El edificio del hotel, construido en su día para albergar un balneario, y algunas casas de labor, desperdigadas por el territorio más próximo, completan este núcleo.

La nave envasadora e instalaciones afines
El edificio de la fábrica, al igual que las instalaciones anejas y la antigua fábrica de luz, datan de finales del siglo XIX, del comienzo de la explotación industrial del manantial. Su destino ha sido siempre -y hasta hace pocos años- planta de embotellado de las aguas.

FACHADA LATERAL NAVE ENVASADORA (1997)
Se trata de una nave de planta casi rectangular de, aproximadamente, 135 x 12 metros, situada en paralelo a la carretera. Presenta un cerramiento exterior de mampostería; los huecos de puertas y ventanas son de carpintería de madera pintada. La cubierta, bien conservada, es a dos aguas, de teja plana sobre tableros de madera que se apoyan sobre una estructura de correas del mismo material. En su extremo occidental, la nave se amplía a una edificación de dos plantas -la inferior hecha de mampostería y la superior de ladrillo- con forjados, esquinas y huecos enmarcados en ladrillo visto y tejado plano a dos aguas utilizado como vivienda de los propietarios, y hoy rehabilitada como albergue juvenil.

El lugar central de la sala lo ocupa una obsoleta máquina embotelladora de los años cincuenta, de producción en línea y en perfecto estado de conservación.

A unos metros de la fábrica se encuentra, como ya hemos mencionado, el apeadero Chávarri que fue construido a principios de siglo. La pequeña estación estuvo destinada exclusivamente como muelle de carga de las botellas y garrafas de Agua de Carabaña que salían de la planta envasadora, ubicada justo al lado.
Esta construcción, de idénticas características al conjunto ya descrito, forma parte del rico patrimonio ferroviario regional, concretamente de los testimonios, todavía existentes y recuperables, del desaparecido ferrocarril de vía estrecha de la Compañía del Valle del Tajuña. Esta línea férrea de origen industrial, construida a principios de siglo, tenía estación y parada en Arganda, El Alto, Cornicabra, Morata, Tajuña, Chinchón, Colmenar, Perales, Tielmes, Chavarri, Carabaña y Orusco.

La Central Eléctrica de Chávarri

Como ya hemos avanzado, a la Central se accede recorriendo unos cien metros por el desvío que encontramos a la derecha desde la carretera mencionada, justo enfrente de la nave de embotellado.
Esta pequeña central hidroeléctrica, a orillas de río Tajuña, fue construida a finales del siglo XIX -ocupando el lugar de un viejo molino harinero que aprovechaba el salto de agua existente- para poner en funcionamiento las instalaciones de elevación de agua, iluminación, caldeo y demás necesidades de la industria de aguas minero-medicinales.

 EDIFICIO DE LA CENTRAL ELÉCTRICA CHÁVARRI (1997)

El edificio -que ha funcionado a pleno rendimiento hasta principios de los años ochenta del siglo XX-, con planta en "L", tiene un ala con doble altura donde se ubicaban dos viviendas simétricas con acceso independiente. El otro extremo, de una sola altura, era el lugar ocupado por la turbina y demás mecanismos accesorios para el funcionamiento de la central, junto a un espacio reservado para guardar aperos agrícolas. En la actualidad, desaparecida la turbina y casi todas las huellas de la actividad original, la nave es utilizada como almacén y garaje.
Esta antigua construcción, realizada en fábrica de mampostería de piedra caliza gruesa, posee un interesante valor estético que radica tanto en el diseño y composición técnicos, como en el tratamiento y solución de su fachada.
La Central se abastecía a través de un caz que partía del generoso salto de agua creado en el curso del Tajuña a su paso más próximo al edificio. Los límites establecidos entre el curso del canal, el río y el edificio crean un particular espacio en forma de isla, cubierto de olmos centenarios, de una enorme riqueza medio-ambiental.
Este espacio natural, conocido popularmente como "La isla", ha sido durante décadas uno de los lugares preferidos de ocio y divertimento de la población local.
Así, el significativo carácter patrimonial y el ejemplar paraje natural en el que se ubica el conjunto son aspectos decisivos para volver a plantear una propuesta de recuperación del edificio de la antigua Central. En ello colaboramos en 1998, aunque aquella iniciativa parece hoy congelada. Nuestro interés, entonces y ahora, es la defensa de un proyecto integral de recuperación que respete y revalorice el medio ambiente enriqueciendo, al mismo tiempo, las posibilidades de mejora del entorno local.

La Mina
El manantial de aguas de Carabaña se localiza en la base del cerro de Cabeza Gorda, integrado en la modesta cordillera que sobresale vigilante de la Vega del Tajuña al sur del término municipal; acotado por las carreteras de Tielmes y Villarejo. Aunque la panorámica del conjunto de los pozos que se contempla desde la carretera a Villarejo es verdaderamente excepcional, es más conveniente acceder desde el margen sur por la vía que viene de Tielmes, como acabamos de decir.

Justo a la altura de la planta embotelladora, tomamos un camino a la derecha que atraviesa las fértiles huertas de la Vega y nos conduce directamente, en apenas un par de kilómetros, a la Mina. A medio camino, nos encontramos con un grupo de edificaciones, que corresponden a la casa de labor y dependencias afines; restos de una granja, un lagar o almacén que posibilitaban la explotación agrícola de la empresa, en activo hasta hace una década aproximadamente.

Llegados al punto más elevado del camino, nos encontramos con un antiguo edificio de esbeltez ruinosa, que se conoce como el Hotel o la Casa Grande, aunque su diseño y destino original, y para el que fue construido a finales del siglo pasado, era el de un Balneario. Los cambios de la legislación de la época, así como otros acontecimientos, llevaron a que nunca se utilizara como establecimiento hotelero y quedara relegado como finca de recreo y disfrute vacacional de la familia Chávarri.
TEMPLETE DE ZINC QUE CUBRÍA EL POZO-PLAZA, HOY DESAPARECIDO (1992)
A pesar del degradado estado actual, aún se puede apreciar la solidez de esta espaciosa construcción, compuesta de planta baja, piso principal, segundo, tercero y buhardillas habitables.
Justo enfrente de la fachada principal del Hotel se encuentra el pozo "Plaza" (o del Templete, hoy desaparecido) y junto a él, "La minilla" una cueva-mina excavada en la base del cerro que deja entrever un conjunto de oscuras y profundas galerías construidas para mejorar su caudal y conducir el agua hasta el pozo principal.

Al iniciar la pendiente se van identificando las pequeñas torretas de ladrillo que protegen la boca de los otros pozos. En la mayoría de ellos, el tiempo ha borrado la huella de sus nombres aunque sabemos que el Pozo Alcalá (de 27,45 metros de profundidad) suministraba el agua para las sales, el agua del Santa Marta tenía un grado muy elevado y una profundidad de 25,71 m. y, contrariamente al pozo Noria -a más e 28 metros-, se obtenía un líquido de apenas grado. Los pozos Plaza, Central, San José, Cabeza Gorda y Favorita, con una profundidad de entre 16 y casi 30 metros, completan el conjunto de los más importantes.
En el margen derecho del camino, junto al pozo Noria, se encuentra otra construcción de ladrillo de la misma época, destinada antiguamente a secadero de sales.
TRABAJADORAS DE LA FÁBRICA EMBOTELLADORA AGUAS DE
CARABAÑA, POSANDO CON  SU HIJOS A PRINCIPIOS DE SIGLO

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